Hay
en mi Sevilla un patio
que
hace años se cerró;
las
puertas ya no se abren,
mi
alma allí se quedó.
El
viento que estremece
tan
raudo y tan veloz
me
trajo entre susurros
vuestra
añorada voz.
Recuerdos entre risas
que
el tiempo no borró;
tanto
es lo que yo os quiero
que
vuelve esta emoción.
Una
tarde jamás
tuvo
tanta ilusión
como
aquellas alegres
horas
de clase al sol.
Amigos
que prendidos
estáis
al corazón,
vais
en cada latido
que
vida devolvió.
Hay
en mi Sevilla un patio
que
esta amistad guardó,
y
aunque sus puertas cierren,
siempre
allí vuelvo yo.