Apareces ante mí con tu sombra de ángel…
Lejos, lejos
quedaron tus alas sobre las ruinas de la locura…
En tu abrazo mi alma se hacía niebla
desdibujada en la tuya…
Tú eras el templo azul
donde las nubes se desprendían
del altar de esta pasión.
Amor de largas horas frente a unos labios
que nunca fueron míos…
Pero sus ojos, su mirada,
el terciopelo nacarado de su alma
fueron lo que es la poesía
con que vestí sus alas…
Y eternamente aquí,
entre estas letras
sus manos rezan con las mías
poemas de niebla,
en este templo donde guardo su recuerdo
como si fuera un dios…