Para ti escribo yo,
nube de tempestad que te deslizas
por entre mis manos…
Para ti,
y tu mirada de lejanos cielos
que se desesperan al alba…
Para ti,
y tu alma de luna e infierno;
para tu sonrisa y tu indiferencia;
para tu abrazo y tu lejanía.
Para ti escribo yo,
para tu terquedad de noche deshabitada;
para tus pies que agitan soledades
en tus pasos hacia horizontes perdidos de mí;
para tus manos,
que como aves vuelan hacia la oscuridad
de mis lágrimas.
Para ti escribo yo,
para acariciarte el alma,
como nadie más que yo lo hará…
nube de tempestad que te deslizas
por entre mis manos…
Para ti,
y tu mirada de lejanos cielos
que se desesperan al alba…
Para ti,
y tu alma de luna e infierno;
para tu sonrisa y tu indiferencia;
para tu abrazo y tu lejanía.
Para ti escribo yo,
para tu terquedad de noche deshabitada;
para tus pies que agitan soledades
en tus pasos hacia horizontes perdidos de mí;
para tus manos,
que como aves vuelan hacia la oscuridad
de mis lágrimas.
Para ti escribo yo,
para acariciarte el alma,
como nadie más que yo lo hará…
Macarena Díaz Monrové
Qué bonito poema, Macarena. Seguro que ese para quien escribes, tarde o temprano, en sus migraciones de la luna al infierno, de la nostalgia al arrebato, cuando pase por nuestro mundo, que es un pañuelo, te acabará encontrando. Entonces comprenderá que tu caricia es la única capaz de retirarle la oscuridad que le enfunda los ojos, como la capucha que sume en la noche al águila de cetrería, que no le deja ver los horizontes felices que todavía le quedan a la naturaleza (humana). Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarMuchísimas gracias por tus palabras, Martín, una vez más bellísimas, envueltas en la poesía de la bondad y la sinceridad, te envío muchos besos.
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