lunes, 3 de octubre de 2011

La amistad

La amistad es uno de los sentimientos más hermosos que existen. Lleva la eternidad asida a su nombre y se alimenta de sonrisas y alegría. No conoce de celos, envidia ni dolor porque la amistad sólo es feliz con la felicidad del amigo y es muy infeliz con su tristeza. La amistad es así llana, fresca y nada en un mar de verdades. La amistad hace querer a los amigos tal y como son, porque la amistad no intenta cambiar a nadie, modificar su pensamiento ni soñar con alguien que no se es, porque la amistad respeta, entiende y quiere a la persona tal y como es, sin dobleces y sin mentiras. La amistad hace sentir a todo aquel que la siente, sobre todas las cosas, libre, sí, con la única libertad que existe, con la única libertad por la que tanto se lucha, con la libertad de ser uno mismo sin miedo a callar sus pensamientos y sus sentimientos.

La amistad es eso y mucho más, una mano que está para recogerte si te caes, una ventana que se abre cuando la agonía llama a la puerta, y es paz y descanso ante el sufrimiento de la vida.

La amistad es difícil tenerla, porque muchas veces se toma su nombre en vano y es muy difícil encontrar a un amigo de verdad, por eso hay un dicho que dice “quien tiene un amigo, tiene un tesoro”, y sí, así es, yo con respecto a esto, tengo que decir que me siento muy afortunada al tener varios tesoros que llenan mi vida con las joyas que son sus almas buenas y puras, mis espíritus afines, mis amigos.

Ellos son la razón de muchas de mis sonrisas, de muchos de mis recuerdos. Ellos alumbran mi “noche oscura del alma” con su luz. Ellos son los que le dan a la palabra amistad su amplio significado.

Cuando os conocí, en seguida supe que ibais a ser mis amigos para toda la vida, por eso pienso, que los flechazos de amistad también existen…

Sí, eso sucedió con aquellas dos amigas que siempre iban juntas, que venían de un precioso pueblo que el Guadalquivir recorre a su paso, un pueblo al que ya quiero más que al mío por vivir ellas allí. Ellas han pasado por momentos duros en sus vidas, pero han sabido salir victoriosas ante la adversidad porque ellas tienen la fuerza y la grandeza de ese río y de unos gloriosos antepasados venidos del lejano oriente.

Ella siempre ha estado junto a mí en todos estos años, mi amiga tan querida, una gran poeta y una persona buena por naturaleza, alguien en quien se puede confiar porque su amistad con su luz siempre me acompaña. Ella también es una gran becqueriana, prueba de ello es su preciado email.

Ella tiene un grandísimo sentido del humor, y aunque algunas veces se pueda sentir triste, ella siempre ofrece alegría a sus amigos. Ella tiene una sensibilidad enorme y también es poeta aunque no escriba porque como dijo Bécquer “poeta, tanto, que nunca le habían satisfecho las formas en que pudiera encerrar sus pensamientos, y nunca los había encerrado al escribirlos”, sí, ella es así.

Eso sucedió con ella, la chica más simpática, la que siempre tiene una sonrisa que ofrecer, la de los ojos tan azules y claros como su alma. Ella, tan sevillana, tan única, la gran amiga que todo el mundo querría tener. Ella es la amistad personificada, alguien en quien siempre se puede confiar. La primera en leer todos mis poemas porque yo siempre confío en su criterio ya que ella es una gran filóloga.

Eso sucedió con él, mi amigo añorado, siempre tan lejano. El primero de mis amigos que conocí y el chico más bondadoso que conozco. Él me regaló un billete de Bécquer, que conservo como un tesoro, y no porque sea de Gustavo, sino por venir de él.

Eso sucedió con ella, tan lorquiana y una gran poeta también. Y aunque haya pasado mucho tiempo que no la veo, yo no olvido su amistad.

Eso sucedió con él, un chico con un alma muy buena y muy noble y que ahora tiene una familia bellísima. Su felicidad me llena de alegría.

Eso sucedió con ella, tan buena y tan amiga, ella vive ahora lejos y tiene una familia lindísima.

Ellos siempre han estado conmigo en los malos y en los buenos momentos porque así son mis amigos y así es su amistad, la única, la inconfundible, la que lleva asida a su nombre la eternidad.

De vuestra amiga que os quiere:
Macarena