lunes, 25 de noviembre de 2019

Templo azul

Apareces ante mí con tu sombra de ángel…
Lejos, lejos     
quedaron tus alas sobre las ruinas de la locura…
En tu abrazo mi alma se hacía niebla
desdibujada en la tuya…
Tú eras el templo azul
donde las nubes se desprendían
del altar de esta pasión.
Amor de largas horas frente a unos labios
que nunca fueron míos…
Pero sus ojos, su mirada,
el terciopelo nacarado de su alma
fueron lo que es la poesía
con que vestí sus alas…
Y eternamente  aquí,
entre estas letras
sus manos rezan con las mías
poemas de niebla,
en este templo donde guardo su recuerdo
como si fuera un dios…

Macarena Díaz Monrové



domingo, 1 de septiembre de 2019

llegaste...

llegaste
llevándote todo
contigo
llegaste
hace tanto o tan poco
hasta mí como siempre
en el letargo de tu mirada
en el aliento de las hojas temblorosas
susurros piadosos rezaban tus labios
llegaste
una y mil veces
por el mismo sitio
por todos lados
llegaste
esta mañana
hace tantos años
en tu sonrisa
regaba el otoño
su primavera soñada
entre reliquias y nuevas tecnologías
llegaste
como siempre
como nunca
barriendo el mundo
con toda la luz
de tu noche
con toda la claridad
de tu niebla de alma
en mi vida


Macarena Díaz Monrové


sábado, 24 de agosto de 2019

No puedo evitar


Yo no puedo evitar  que tú llenes mis días
con tu sola presencia, con tu mejor sonrisa,
con la luz de tus ojos  que todo lo iluminan,
y que seas tú solo la razón de  mi vida.

Yo no puedo evitar vestir de azul mi mundo
con este cielo envuelto con un haz de susurros,
con tu voz emergiendo de mi mente en murmullos,
y ver que todo cambia con  un recuerdo tuyo.

Sigue en lucha mi mente, mas no puedo evitar
ser  de tu imagen  presa, no dejar de soñar
con tus labios, tus manos, y estas ganas de amar
a lo que solo es en mi vida otro sueño más.

No, no puedo evitar servir al sufrimiento
saber que esta ansiedad  que llevo tan adentro
lleva de ti tu aroma, todo por lo que muero,
y ser una vez más hoja arrancada al viento.

Y sentir al final todo este fuego helado
recorriendo mis venas, al deseo velando,
dejando a un corazón ya de latir  cansado
y a un alma que a ti nunca te habrá evitado.